Esta es la primera parte de la serie sobre el diseño de Dios para la sexualidad. Haz clic aquí para leer la segunda parte y aquí para ver la tercera parte.

 

He hablado por años durante los retiros matrimoniales Un Fin de Semana para Recordar® sobre la intimidad en el matrimonio. En ese ambiente siempre digo: “El sexo es una idea de Dios”.

Quisiera que pudieras ver lo que yo veo cuando digo esas palabras. Siempre hay personas que lucen desconcertadas; otros piensan que acabo de difamar a Dios; y hay indudablemente algunos que esperan que yo no vuelva a tratar este tema que pone incómodos a muchos.

Mientras tanto, nos encontramos viviendo en lo que el autor Paul David Tripp denomina una cultura de locura sexual. La gente habla abiertamente, incluso desvergonzadamente sobre la sexualidad humana y la mayoría de lo que escuchamos en esta cultura es insensato.

Y la desafortunada verdad es que en nuestros días la visión bíblica del sexo ha sido descartada. La cultura ha declarado una nueva y mejor manera de vivir como seres sexuales. La opinión común es que todo lo que la Biblia tiene que decir sobre la sexualidad está desactualizado o es irrelevante.

 

Si crees que la Biblia enseña que el sexo debe reservarse para un hombre y una mujer en una relación matrimonial comprometida y monógama para toda la vida, se te considera totalmente fuera de sintonía. Si crees que la homosexualidad es moralmente incorrecta o antinatural, entonces en los últimos cinco años has pasado de ser parte de la mayoría, a pertenecer a la minoría en esta cultura. La cultura no se está moviendo hacia una postura bíblica sobre este tema; sino que se dirige en dirección opuesta. Esta cultura rechaza con vehemencia y se declara independiente de las enseñanzas bíblicas en lo que respecta a la sexualidad humana.

A medida que el punto de vista cultural sobre la sexualidad se generaliza, es importante que repasemos lo que la Biblia nos dice sobre el tema. Nuevamente necesitamos reflexionar sobre lo que Dios tuvo en mente cuando inventó la sexualidad.

Dios nos hizo hombre y mujer

Empecemos con Génesis 1:27-28:

“Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: Sean fructíferos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo”.

En el acto de crear al “hombre a Su propia imagen” como hombre y mujer, Dios creó la sexualidad humana. Este es Su diseño, Su idea. Es Su regalo para nosotros. Nuestra sexualidad está conectada con el hecho de que somos la misma especie pero diferentes en género. Para decirlo de otra forma, a fin de tener una sexualidad de acuerdo con el propósito de Dios, deben estar involucrados un hombre y una mujer.

La primerísima instrucción que Dios le da al hombre y a la mujer en Génesis 1 es “Sean fructíferos y multiplíquense”.  Este mandamiento involucra el compromiso sexual de nuestra parte. Dios pudo haber escogido otra forma para poblar la tierra, pero Él eligió la unión sexual como parte de Su diseño y bendijo esta relación.

 

Reconocemos que existen casos en los que una pareja casada no puede concebir. Sin embargo, esa infertilidad no invalida el diseño divino. ¿Sugeriría alguien que por el hecho de que una persona tenga neumonía, esto significa que Dios no nos dio pulmones para respirar? Está claro que el diseño de Dios para la sexualidad humana es que dos hombres no puedan concebir hijos solos; y que tampoco dos mujeres puedan tener hijos entre ellas. Por el diseño de Dios, concebir hijos requiere del semen masculino y del óvulo de la mujer.

 

En Génesis 2, Dios dice que no es bueno que el hombre esté solo. Él le dice a Adán que le hará “una ayuda idónea”. Dios crea los animales y los pájaros, y los trae ante Adán para que les dé un nombre, pero “no se encontró entre ellos la ayuda adecuada para el hombre” (Génesis 2:20).  En el hebreo la palabra “adecuada” significa “complementar, relacionar o encajar.” En otras palabras, no había criatura que Dios hubiera hecho con la que Adán se pudiera complementar o corresponder. El mismo idioma da a entender que una mujer y un hombre están diseñados por Dios para “encajar sexualmente.” Esto no será así entre dos hombres o entre dos mujeres. Si colocas a dos hombres juntos y a dos mujeres juntas, no encajan.

La máxima expresión de la creación

Mira los siguientes versículos:

“Entonces Dios el Señor hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras éste dormía, le sacó una costilla y le cerró la herida. De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: «Ésta sí es hueso de mis huesos,  y carne de mi carne.  Se llamará “mujer”     porque del hombre fue sacada».  Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.” (Génesis 2:21-24)

Lo que quiero que veas en este pasaje es que cuando Dios creó a la mujer para ser el complemento del hombre, Él no había llegado al punto culminante de Su creación. No es sino hasta cuando vuelve a juntar al hombre y a la mujer y “los dos se convierten en una sola carne”que llegamos a la cima. En ese acto de matrimonio y sexualidad, se manifiesta la máxima expresión de la creación.

Creo que hay algo central y profundo en el acto sexual, como parte del matrimonio diseñado por Dios. Cuando un esposo y una esposa se convierten en una sola carne, experimentan una profunda unidad física, emocional y aun espiritual que los une. Pero va más allá:  Esta unidad también apunta y refleja la bondad de Dios.

La Biblia deja en claro que la unión sexual está reservada para el matrimonio. Este es un aspecto en el que nuestra cultura enseña una filosofía muy distante de la Palabra de Dios.

A continuación encontrarás cinco razones por las que la relación sexual debe tener lugar dentro de los confines del matrimonio:

  1. El sexo tiene como propósito fortalecer la unión matrimonial. En el matrimonio entramos en una relación de pacto el uno con el otro. Este pacto es el reflejo del pacto de Dios. Durante la boda juramos permanecer en el compromiso “en lo bueno y en lo malo; en enfermedad y en salud; en riqueza o en pobreza… hasta que la muerte nos separe”. Estas promesas hacen eco de la promesa que Dios nos hace cuando nos adopta en Su familia y nos une a Él en Cristo. Él ha dicho que nunca nos dejará o nos desamparará.

Dios quiere que el esposo y la esposa sean uno. La recurrente y continua interacción sexual es el instrumento que Dios usa para que experimentemos una relación más cercana, enriquecedora y profunda el uno con el otro. Cuando hay sexo fuera del seguro refugio de una relación comprometida en un pacto de amor (lo que llamamos el lazo matrimonial) tendrás placer físico pero habrá un vacío en tu alma. Te faltará algo. Hay superficialidad en la sexualidad que experimentamos fuera del pacto vitalicio del matrimonio.

  1. Dios quiere enseñarnos más sobre la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en la Trinidad. Existe unidad en el interior de la Trinidad. Hay tres personas que son una. En el matrimonio dos personas se hacen una; y a través de él aprendemos algo sobre la intimidad que Dios goza dentro del contexto de la Trinidad: La intimidad que el Padre tiene con el Hijo, la que tiene el Hijo con el Espíritu Santo y la que tiene el Espíritu Santo con el Padre y el Hijo.
  2. Dios también quiere mostrarnos la relación de Cristo con la Iglesia (Efesios 5:22-33). De alguna manera misteriosa, el esposo, la esposa y nuestra sexualidad, están ligados a la imagen de esa relación.
  3. Una relación sexual dentro del matrimonio nos enseña algo sobre la naturaleza del amor verdadero. El amor de Dios. A través de la vida matrimonial aprendemos que para que nuestra sexualidad sea expresada de la manera como Dios desea, la sexualidad necesita ser desinteresada. El esposo y la esposa deben comprometerse a complacerse el uno al otro y a ocuparse de las necesidades del otro.
  4. Lo mejor para la descendencia de nuestra unión sexual, es que crezca en un hogar gobernado por una relación de pacto entre un esposo y una esposa que se aman y que están comprometidos mutuamente. Si un hijo crece en un entorno en el que hay uno solo de los padres o donde los dos padres no están unidos por el pacto de mutuo amor, a ese hijo le faltará algo.

Piensa en esto: Si nuestra relación sexual es tan poderosa e importante, ¿quién se sorprendería de ver el deleite de Satanás tratando de debilitar, pervertir y destruir la sexualidad humana? ¿Hay alguna sorpresa en que el sexo sea tan importante, y sea un tema generalizado en nuestra cultura y que la tentación de salirse del plan de Dios en esta área sea tan poderosa? Trataré este tema con atención  en la segunda parte de esta serie.


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