Hablar sobre sexo podría denominarse como la forma más poderosa de acceso a la vida de tus hijos.  ¿Por qué? Porque la educación sexual va mucho más allá que dar una clase sobre la reproducción humana.

De todas las charlas que hemos tenido en nuestra familia sobre sexo, probablemente el 95% de ellas ha tenido que ver con aspectos relacionados con el carácter.  Hemos hablado sobre el propósito de Dios para el sexo, la importancia del sexo y el matrimonio, y por qué se debe esperar hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales. Conversamos sobre cómo evitar situaciones en las que podrían exponerse a tentaciones; cómo los diferentes medios moldean nuestros pensamientos en esa área; la clase de películas que se pueden ver y aquellas que se deben evitar; cómo responder cuando alguien desafíe sus convicciones, y muchos otros temas.  Hemos descubierto que los asuntos relacionados con la sexualidad humana, tales como el dominio propio y la obediencia a Dios, son cualidades fundamentales que todo padre de adolescentes debe buscar desarrollar en el carácter de sus hijos.

Cinco Pasos para desarrollar e implementar un plan de educación sexual

Primer paso: Evalúa tu marco de referencia

Es importante que pienses cuidadosamente acerca de tus propias experiencias a fin de determinar qué te ha influenciado hasta este momento.  ¿Cómo aprendiste acerca del sexo? ¿Cómo fue la influencia de tus padres, tus compañeros y la cultura?  ¿Qué errores has cometido en esta área a lo largo de tu vida? ¿Qué tanto sabes sobre lo que la Biblia dice al respecto? ¿Cuáles fueron los eventos más importantes que influenciaron a los personajes bíblicos  durante su juventud para llegar a ser los hombres o mujeres que fueron?

También es importante analizar qué temores puedes tener cuando tratas temas sexuales con tus hijos.  Soy un convencido de que el temor es una de las principales emociones que experimentamos cuando se trata de hablar sobre sexo con nuestros hijos. Sentimos que, como padres, no somos expertos. Tememos desconocer la respuesta a las preguntas, o a dar una respuesta inapropiada para la edad del hijo/a. Le tenemos miedo a esas situaciones incómodas.

Tranquilízate: no necesitas ser un profesional; simplemente necesitas ser padre. Dios te dará el poder y la valentía para hablarle a tus hijos sobre la perspectiva que Él tiene acerca de este sagrado aspecto de la vida. Es todo un gran privilegio.

Muchos padres hoy temen además que sus propios pecados sexuales del pasado los descalifiquen para hablarle  a sus hijos con autoridad. Este es un temor que todo padre experimenta cuando va a hablar con sus hijos sobre un tema en el que él o ella misma ha cometido errores, y sobre el cual quiere instruir a sus hijos para que hagan lo correcto.

Los errores del pasado no nos deben impedir advertir a nuestros hijos sobre los estándares de la Palabra de Dios.

Todos hemos mentido y aún así les enseñamos a nuestros hijos a decir la verdad. Todos hemos robado algo, pero esto no evita que les enseñemos que hurtar es un error.  Así mismo debe ser para aquellos que en el pasado han sido sexualmente activos fuera del matrimonio; de hecho se debe sentir una mayor urgencia de sostenerse en la verdad ya que se conocen las consecuencias de no haber esperado hasta el matrimonio.

El único aspecto que nos puede descalificar para tener la capacidad de hablar a un hijo sobre sexo, es si aún estamos involucrados en un pecado sexual: adulterio o adicción sexual.  Si éstos forman parte de tu vida hoy y no te has arrepentido, el pecado no sólo impactará tu vida, sino que tendrá un impacto en la vida de tus hijos, nietos y tataranietos.  Afectará a tus hijas a medida que entren en la adolescencia, en la adultez y se casen.  Por eso es muy importante en el momento de empezar a brindar educación sexual, en tanto sea posible, tener una conciencia limpia y perdonada por Jesucristo.

Segundo paso:  Aclara tus convicciones

En este paso enumeraremos algunas verdades bíblicas básicas sobre el sexo que deben ser enseñadas a tus hijos.  Ahora mismo nos gustaría desafiarte a aclarar tus convicciones acerca de un área de gran significado:  Los valores de Dios acerca de la pureza y la inocencia.

Si te preguntaran:  “¿Qué le estás enseñando a tu hijo sobre el sexo y la moral?” asumo que responderías algo como “Le estamos enseñando que debe esperar hasta que se case para tener sexo”.

No obstante, en el proceso de criar a nuestros adolescentes, hemos desarrollado la fuerte convicción de que el sólo propósito de mantener la virginidad no es suficiente, así como tampoco es el máximo objetivo bíblico.  Los estudios revelan que desafortunadamente aún los adolescentes cristianos están involucrados en prácticas sexuales reservadas para el matrimonio y aún así, manteniendo  ‘técnicamente’ su virginidad.

La Biblia presenta con claridad algunos puntos importantes para asegurar que nuestras relaciones con el sexo opuesto sean apropiadas y gratificantes.  Las palabras claves subyacentes son pureza y santidad.  He aquí dos pasajes fundamentales:

La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual;  que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa,  sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios… Dios no nos llamó a la impureza, sino a la santidad” (1 Tesalonicenses 4:3-5 y 7).

“Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio” (2 Timoteo 2:22).

La abstinencia contesta una parte pero no es toda la respuesta.

Tercer paso: Enseña lo que Dios dice sobre el sexo

La mejor forma de combatir al mundo es enseñando la verdad de las Escrituras.  A continuación encontrarás algunos de los puntos principales que debes compartir con tu hijo:

Dios Creó el sexo.  Génesis 1:27 nos dice:

“Y Dios creó al ser humano a su imagen;

lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó”.

El Creador del universo estampó e insertó Su imagen al interior de nosotros en una forma misteriosa que está ligada a nuestra sexualidad. Dios diseñó las partes de sus cuerpos y bendijo la unión.  Cuando Dios los hizo hombre y mujer, dijo que “era muy bueno”(Génesis 1:31)

El sexo es para la procreación en el matrimonio. Dios creó el sexo para que pudiéramos reproducir  nuestra especie. Génesis 1:28 nos dice que Dios bendijo al hombre y a la mujer y les ordenó que fueran fructíferos, se multiplicaran y llenaran la tierra.

El sexo es para la intimidad dentro del matrimonio.  Génesis 4:1 dice: “El hombre se unió a Eva, su mujer, y ella concibió.”  Adán no le dio la mano a Eva. Él tuvo relaciones sexuales con su esposa, y ella concibió porque tuvieron sexo.  La intención de Dios es que nos hagamos una sola carne para acercarnos el uno al otro. Este es un aspecto maravilloso del sexo.

El sexo está hecho para el placer dentro del matrimonio. Dios aprueba las expresiones apropiadas de amor, romance y placer dentro del matrimonio.  Mira Proverbios 5:19: “Es una gacela amorosa, es una cervatilla encantadora.  ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo!  No es un pasaje de la revista Playboy 5:19. Es Proverbios 5:19. Dios dice esto.  Él también escribió todo un libro  de la Biblia sobre el amor sexual en el matrimonio: el Cantar de los Cantares;. Dios no está en contra del placer sexual dentro del matrimonio.

El sexo fue creado para que el hombre y la mujer lo disfruten dentro del matrimonio.  Los medios de comunicación hoy nos bombardean con la idea de que Dios creó y bendijo otras clases de sexo como el practicado por los homosexuales.  Necesitarás compartir con tu hijo que hay un elemento homosexual radical en nuestra cultura que nos dice: “Lo pondré frente a tu cara.  Vas a tener que vernos besándonos en la televisión y en las películas. Queremos hacernos aceptables.”

El sexo fuera del matrimonio es un pecado.  Dios claramente prohíbe la fornicación en 1 Corintios 6:9 y Mateo 15:19. Algunos creen que sólo un Dios cruel le daría a los adolescentes un fuerte apetito sexual para luego ordenarles que se esperen hasta el matrimonio.  Pero cuando Dios prohíbe algo, es para nuestro bien.

Utiliza los siguientes puntos para desarrollar una explicación clara y pensada sobre cómo Dios usa la pureza sexual para nuestro propio bien:

  • Cuando se mantiene un estándar de santidad sexual, no se tiene culpa, vergüenza o cicatrices emocionales.
  • No se escuchan voces acusadoras en nuestras conciencias.
  • No se caerá en la tentación de comparar al futuro cónyuge con el amante del pasado.
  • No habrá riesgo de enfermedades transmitidas sexualmente.
  • No se tendrá que hacer frente a la posibilidad de un embarazo fuera del matrimonio.
  • Esta actitud provee entrenamiento en las cualidades de dominio propio y autocontrol que son tan necesarias hoy.

Cuarto paso: Desafía a tus hijos a mantener su pureza e inocencia hasta que se casen

Digamos que tu hijo de trece años viene y te dice:  “¿Mami, papi:  Hasta dónde debo llegar sexualmente con el sexo opuesto?”

¿Sabes cuál debe ser la norma? Por ejemplo, ¿qué principio presentarás a tu hijos sobre el besar? Nosotros hemos desafiado a nuestros hijos para que no sean besados por nadie antes de la ceremonia matrimonial.  Ahora, esto te puede sonar absurdo, y está bien. Si esta norma te parece demasiado alta, responde esta pregunta:  ¿Hasta qué punto desafiarás a tu hijo?  Si no lo desafías, él no establecerá una norma específica y te puedo asegurar que es muy probable que tu hijo busque a sus amigos para establecer sus propios valores.

Nosotros creemos que es muy probable que el tan necesitado avivamiento en esta nación, ocurra a través de nuestros jóvenes.  Es más: Esto puede ser precipitado por un ejército de padres que le dice a sus jóvenes:  “Queremos mostrarte un nivel más alto de moralidad.” Este nivel estará disponible, si amamos a nuestros jóvenes y  desarrollamos buenas relaciones con ellos para que así estos principios sean implantados en sus corazones.

Quinto paso: Crea un ambiente de amor, seguridad y afecto físico para tus hijos en el hogar

En muchas ocasiones, los adolescentes que terminan atrapados en el sexo ilícito son chicos con necesidades emocionales que no viven en un ambiente hogareño, con padres cariñosos que los motiven con amor hacia principios firmes. Tu hogar necesita ser una fuente, un oasis donde tus hijos aprenden a confiar en Cristo.  Un lugar reparador para  sus almas al que ellos van cuando buscan amor y cariño (aún cuando parezca que no lo necesitan). Si la vida en tu hogar se caracteriza por el miedo y el legalismo, es probable que tus hijos se rebelen.

A medida que los hijos crecen y se desarrollan hasta convertirse en una mujer o un hombre, es un poco inquietante para los padres saber qué tanto afecto físico manifestar hacia los hijos del sexo opuesto. ¡No dejes de llenar a tu hijo de afecto físico. ¡Él/Ella necesita más que nunca de esos abrazos y besos! Cuando una mamá abraza a su hijo y un papá abraza a su hija le están diciendo a cada uno “tú eres un joven o una joven que merece la atención y el afecto de una persona del sexo opuesto.”

¿Cuántas veces has escuchado a jovencitas decir que buscan el afecto de los chicos porque nunca recibieron manifestaciones de cariño de parte de sus padres?  No cometas ese error con tus hijos.  Mientras buscas cómo enseñar y educar a tus hijos sobre la intimidad sexual, recuerda que Dios diseñó el sexo como parte de la relación matrimonial y que el sexo tiene como objetivo glorificar a Dios.  Mientras inviertes con cariño en la instrucción de tus hijos sobre el propósito divino para el sexo, les ayudarás a contrarrestar todos los mensajes enfermizos y lamentables que el mundo tiene para compartir.


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